Cómplices

Lunes, 11 de abril de 2011

En este instante, la ciudad se ha convertido en silueta de sí misma. Se ha levantado un vientecillo con afanes de limpiar los pecados y las miserias. (No hablo de lo que nos enseñaron cuando el traje de primera comunión nos quedaba como un guante).
Sobre un lienzo azul, las torres se alzan como un recortable de cartulina oscura, y algunos árboles parece que tiemblan o pasan revista al número de hojas que hoy tienen, que seguro que son muchas más que ayer.
La única certeza de todas es que aquí, dentro de mí, palpita el corazón con ansias de no parar. A veces creo que es como un pura sangre que está apresado, durante casi todo el día y sólo se libera ahora, justo ahora, cuando anochece, en este instante en que nada es lo que parece, aunque todos sepamos lo que es.