Ofenden a la inteligencia con denuedo y contumacia, como si éste fuese
su verdadero oficio. Y parece que a nadie le extraña, o nadie señala los
endebles argumentos con los que intentan explicar lo inexplicable.
¿Es que si a uno o una, solamente uno, de los que nada les
consta, les hubiera constado lo que ahora parece constará en los sumarios, habrían
permanecido en silencio y no habrían corrido a toda velocidad (sin necesidad de
doparse, tampoco pidamos tanto) ante quien entonces instruía la causa para que
empezara a constar hace tiempo el desmán que ahora publica la prensa?
Pero utilizar semejante argumento —como única y unánime
explicación— a uno le hace sospechar lo contrario.
Sin embargo quizá esté equivocado, y la excusa o explicación o
argumento sea más sutil de lo que a primera vista parece. En tal caso, la
sospecha es otra y la pregunta diferente: ¿A qué se refieren cuando dicen ‘constar’?
¿Aluden a la primera o la segunda acepción que la RAE otorga a este verbo intransitivo?
No es lo mismo. Incluso, en este contexto, ni siquiera es
parecido.
¿Quieren decir, acaso, que no es cierta o manifiesta la conducta de fraude y
engaño que el periódico atribuye al extesorero? ¿O insinúan, por el contrario, que no se había
registrado por escrito, o notificado oralmente a una o varias personas la
existencia de sobres con miles de euros o de los depósitos de millones de euros a las
tan poco corrientes cuentas de Suiza?
Ya digo, ni siquiera es parecido.