Alcanzar la mitad
del año en las circunstancias en que lo estoy haciendo debe ser objeto de canto y agradecimiento a pesar de que transite un
territorio fronterizo en lo espiritual. Más que vivir en la niebla, vivo sobre
la cima redondeada de un otero llamado Interrogante. Pero aún así,
hoy elevo mis ojos a lo más alto, es decir, a lo más
hondo, insondable y secreto de mí.
Y aunque el mundo no haga más que mandar noticias de confusión y desánimo, aunque España (esta gran nación a pesar de tantos de sus gobernantes) haya retrocedido un poco más en lo que a libertad de expresión se
refiere —sobre todo si se pretende criticar a quienes nos creen rebaño de ovejas modorras y, por tanto, mientras haya hierba que rumiar, todo
va bien—, a pesar de todo, digo, hoy alzo mis ojos a los montes, entono un salmo de alabanza y canto un himno de acción de gracias.