Cómplices

Miércoles, 16 de febrero de 2011

Acabo de leer un comentario de Ángeles Hernández en el poema del que hablaba ayer, precisamente, y que transcribo aquí:


““Meriendo algunas tardes, no todas tienen pulpa comestible"( A. Glez).
"Algunas tardes parecen bostezos licuados y sólo invitan a desenvainar el pijama de lágrimas"(A. Carabias).
*****************************
Ay...esas tardes grises de invierno, abundante materia prima de poeta, que utilizan su sustancia invisible para que el arte brille y se expanda.
Amando, en mi humilde opinión, has elegido bien el camino de esta temporada. Un abrazo y felicidades, Á.”

Es una bendición tener lectores de este tipo, como la mayoría de los que tengo en Internet. Una bendición, porque como sucede tantas veces son los lectores quienes dan sentido a las palabras; a veces no todo el sentido, pero sí luz, mucha luz.
Y traigo a Ángeles aquí, no por nada, sino porque es el último comentario; pero si empiezo a nombrar a amigos, creo que no pararía… Y también la traigo porque cita a Ángel González, sin que yo me hubiera acordado de este verso del ovetense, que seguro que he leído. Será un verso que se me ha infiltrado en las venas, o en el disco duro del procesador de versos y en mi inconsciente ha catapultado al mío.
Se repite la historia, la misma historia una y otra vez, día tras día, poema tras poema…
Y en Versos como carne se verá, y se verá impreso, porque hay muchos poemas dedicados a los lectores de estos libros en marcha que son mis tres blog.
También éste ya lo es, ya ha comenzado su marcha.

Espero que haya oportunidad para seguir editando libros, y que queden en el papel pequeños besos del autor, a modo de dedicatoria. En el que está camino de la imprenta o en la imprenta misma, muchos y muchas aparecen, pero no todos. No las más recientes y queridas incorporaciones, pero ya tiene mi corazón el deseo de recordarles para siempre, porque para siempre será si están en un libro.
Y pienso en Ángeles, pero pienso en Mercedes, y en Leo, y en Neko, y en…, en los que lleguen… Se repetirán, cómo no, los que son tan fieles como Flamenco Rojo, Isolda, Alena, María Sangüesa, Susana, Catherine… Otros que están en Versos como carne quizá se sorprendan por verse allí, pues hace algún tiempo que por circunstancias bien distintas y bien respetables desaparecieron, espero que otros nuevos lectores lleguen…
Y el poeta encantado, feliz, porque tiene lo máximo que puede tener un poeta, a sus lectores, a sus queridos lectores, a estos que leen sus versos sabiendo que están leyendo lo que más le importa a al poeta que son sus versos, por torpes y limitados que sean…
* * *
Si no sucede nada especial, mañana creo que escribiré de Pepe.
Le he visto esta tarde, y me ha traído de golpe la infancia a la cabeza, y me ha traído también la sorpresa y la melancolía… Pero será mañana, mejor no mezclar las cosas