Cómplices

Jueves, 17 de marzo de 2011

Confío en la noche, en su capacidad para centrifugar y limpiar todo el dolor causado por los días. Amanecerá y esperaré a que el sufrimiento causado en un corazón joven como la esperanza o como el futuro haya desaparecido o se haya aminorado al menos hasta desviar el cauce de las lágrimas a otro lugar lejano y deshabitado.
Sólo una lágrima me hace dudar de todo el trabajo, de toda la felicidad, de toda la dicha. Si sólo una lágrima me hace sangrar como un puñal sin que se note, todo un caudal de llanto sobre su terso rostro me hace dudar de todo, de cada letra, de cada sueño, de cada ilusión.
Y si sigo adelante es porque aún estoy vivo, y porque así lo seguiré estando.
Mero afán de supervivencia.