Cómplices

Jueves, 31 de marzo de 2011

Sigo enzarzado con la misma cuestión de la poesía. Es algo que, por suerte, se hace inevitable, porque las cosas suceden de tal modo que me empujan a continuar con estas reflexiones.
Antes de ellas, enlazo con lo de ayer. Gracias a Francisco Concepción, quienes no disponemos de jet privado para acercarnos en un momento a Santa Cruz de Tenerife –o a cualquier otra parte del mundo- hemos podido disfrutar, a través del blog La Esfera Cultural, de unos veinte minutos del momento de la presentación de Sangre y fuego. Nuestra amiga Ana Joyanes ha vestido de largo y ha puesto en circulación esa novela que ya empecé y a la que no voy a dejar por mucho más tiempo. Ha sido emocionante contemplarles a ella y a Iván mientras desgranaban algunas de las cuestiones de esta novela. Sé que no soy objetivo –ni ganas que tengo de serlo-, y me va a poder la amistad con la escritora, pero eso no sólo no me importa, sino que pienso hacer gala de mi subjetividad más absoluta. Y aún así estoy seguro de que no engañaré a nadie cuando llegue el momento en que hable sobre el libro. Y tiene que ser pronto, y va a ser pronto.
Otra cosa.
Ayer mismo recibí la invitación a participar en un blog –otro- que han creado entre Fernando Sabido (la persona más infatigable en el campo de la poesía en Internet que conozco) y Ana Muela Sopeña. Se llama este blog Poesía solidaria. Creo que su nombre es suficiente para definirlo. En realidad ahora mismo parece una autopista en hora punta dicho blog, pues los poetas (incluso los menores) estamos respondiendo en alud. A estas horas ya he publicado dos poemas, y seguiré enviando.
No es una amenaza…
* * *
Paloma Corrales tiene un programa de televisión en Veoguada TV.com. En este programa del que se llevan dos emisiones, se va a dedicar a entrevistara a poetas y escritores, con lo que vamos a disfrutar quienes amamos de estas cuestiones que han hurtado de los grandes medios de comunicación o, como mucho, han reducido a los grandes nombres impuestos desde la más pura mercadotecnia.
Este segundo programa ha sido una entrevista a la grandísima poeta Elvira Daudet. Desde hace poco, apenas un par de meses (por mi mala cabeza y por falta de tiempo), no me había asomado a su blog. Ella no me era desconocida, pero aún así, supongo que porque cada encuentro se produce cuando se tiene que producir, no me había animado o atrevido a pasarme por su rincón. Cuando lo he hecho, porque ella es una gran dama, me ha correspondido y tenido el honor de recibir sus comentarios en Pavesas y cenizas. Más aún me ha pedido Versos como carne y voy a ser tan afortunado que recibiré a cambio su último libro. Es tan desmedido el trueque que hasta casi me da vergüenza decirlo, si lo hago es para señalar esa forma de ser que tiene tan desprendida y tan sencilla…
La entrevista es también un lujo periodístico. Se articula entorno a los libros de poesía publicados por Elvira y sobre esos cinco pivotes podemos conocer lo fundamental de su biografía que está teñida por el dolor y por la intensidad. Una vida de periodista que se ha recorrido el mundo y ha trabajado a destajo, podría decirse.
Pero lo que más me ha emocionado –y me ha emocionado hasta provocarme niebla en la mirada- ha sido el modo en que ella entiende la poesía, la labor del poeta, la ética del poeta. Suelo decir y repito –acaso con excesiva reiteración- que no puedo entender la poesía sin que se tiña de humanidad, de las preocupaciones humanas, si el dolor que nos asola, sin el sufrimiento, sin la soledad, sin el desamor, sin la injusticia. Desde ese punto de vista, la poesía pura me parece un ejercicio críptico, cabalístico, sin más afán que la propia retórica. No comulgo tampoco con la poesía social tal y como se entiende, creo que la expresión poética tiene que asumir algunos modos propios que la diferencien de otro tipo de expresión literaria. En esa frontera de difícil equilibrio intento ahondar, pero si tuviera que elegir (que no me parece que sea el caso) me decantaría sin dudarlo por embadurnar mis versos con la arcilla humana, aunque esto sea obturar en algo la luz que se le supone a la poesía.
Y esto mismo es lo que defiende Elvira Daudet (o así lo he interpretado) en esta entrevista. Como otros grandes poetas, muy al principio de la entrevista, establece la sencillez como camino, y acaso meta, de la poesía. De hecho juzga su primer libro como malísimo, entre otras razones, por grandilocuente. Opino, como hace Paloma, que no será tan malo cuando aquellos grandes poetas se decidieron a ayudarla, pero no lo he leído y tampoco tengo las herramientas para poder juzgarlo.
También habla de la irremediable vocación del poeta. Quien lo es (aunque sea, como escribí ayer, un poeta menor) no puede plantearse no escribir poemas. Sólo con salir a la calle tiene el poema, está ahí. Ella lo dice de un modo hermosísimo. La poesía es un leve soplo que te envuelve, y te derriba.
Esta misma mañana, al final de la jornada, después de un acontecimiento luminoso en la oficina (creo que por una vez hemos servido para algo realmente eficaz, y quizá hayamos salvado a un hombre de un embargo), hablábamos sobre lo que es sentirse realizado o feliz, o algo así. Y yo decía que si no escribía me faltaba algo. Supongo que hay cosas más importantes –estoy seguro-, pero Amando Carabias es más feliz –y probablemente por ello pueda hacer más feliz a los demás- cuando escribe, cuando llega al final de su jornada agotado por el trabajo de haber intentado unir las palabras de un modo coherente y con cierto estilo.
Y la otra cuestión que quería traer aquí, está en el final de la entrevista. Sus reflexiones sobre la poesía en Internet, coinciden básicamente con lo que ayer mismo dejé anotado. Además de resaltar, como tantas veces he hecho, el efecto difusor y multiplicador de este medio que permite que personas que no tendrían acceso a nuestros versos de otro modo puedan leerlos, afirma que hay muy buena poesía en la red. Es verdad que la hay muy mala, pero también la hay muy buena, muy sincera, muy variada.
Escribo, como se ve, rendido por la emoción, y como si hubiera sentido un espaldarazo a mis intuiciones. Quizá mañana mismo suceda otra cosa que me obligue a lo contrario, pero de momento me siento fuerte en mi determinación.
Y por qué no decirlo recibir, como he recibido, algunas críticas sobre Versos como carne de alguien a quien no conozco personalmente, también me reafirma en estas intuiciones. Camino a tientas, casi a ciegas, doy un paso y siento que puedo hundirme en un precipicio, pero los lectores son los andariveles en los que me voy sujetando. Nada hay mejor para un escritor, y más aún para un poeta menor que sabe de la escasísima difusión de sus versos, aunque no me quejaré pues está llegando a personas de tantas partes tan diferentes de la geografía que estoy anonadado.
Y por si fuera poco, me han propuesto participar en algo tan maravilloso como necesario. Y no sé cómo agradecer que se hayan fijado en mí.