Cómplices

Lunes, 14 de marzo de 2011

Ahora mismo estoy felizmente cansado y satisfecho.
Ahora mismo sólo tengo energías para dar las gracias a cuantos han hecho posible que llegara este momento. Después de todo, la tensión acumulada va saliendo.
Espero, supongo que la noche será propicia.
Ha sido un día precioso, vivido con la intensidad silenciosa e íntima de los días grandes, esos días que no pasarán a la historia de casi nadie: un lunes catorce de marzo de 2011, un lunes medio lluvioso, con temperatura tibia. El día en que un poeta de Segovia, presentó su segundo poemario publicado, en su ciudad, en tan grata compañía.
Desde por la mañana (y antes) estaba seguro de que todo saldría como tenía que salir. Ni más ni menos. Y toda la jornada se ha vivido con esa calma y esa intensidad, sin que nada me alterase.
Desde bien temprano el trabajo en la oficina me ha exigido la concentración necesaria para que la mente no se me fuese a extraños pensamientos, cuya base infundada no tenía que admitir dentro de mí.
Me ha llamado el periodista de El Adelantado de Segovia para hacerme una entrevista que se publicará mañana a modo de reseña o ilustración del acto. Un poco más tarde desde Radio Segovia me han grabado otra entrevista, que han emitido hacia la una y media y que no he escuchado, pues, ya digo, en estos días el trabajo se intensifica.
Y luego me han llamado las amigas que venían desde fuera de la ciudad a compartir este momento. Nada menos que Málaga, Cádiz, Madrid.
Se acercaba el momento y la tranquilidad aquietaba la ansiedad, hasta difuminarla en las nubes que han decidido pasar la tarde, más que nada para no hacer quedar mal a los meteorólogos. No sé si han tenido alguna asamblea vecinal, o algo así, y, al final, han decidido llover, como con desgana, como si les obligaran, como justificándose.
He repartido los libros por tres de las cinco librerías donde estarán en Segovia, y, por fin, he podido ir a la búsqueda de estas amigas. Conocer a alguien siempre es magnífico y los reencuentros con los amigos, son más gratificantes aún.
Todo perfecto.
Todo en su lugar.
La presentación como tal, ha surcado la tranquilidad que le han puesto las palabras de Luis Javier Moreno (sin duda que exageradas) y encontrarme entre amigos, amigas, familiares, compañeros, viejos conocidos a los que hacía años que no veía.
Y después de firmar algunos ejemplares, nos hemos acercado los seis (las tres amigas, Luis Javier, Marián y yo) a celebrar el evento con unos vinos.
Y en la distancia, los que no han podido acudir hasta aquí, telefoneando o enviando mensajes de ánimo: Madrid, Sevilla, Las Palmas, Tenerife...
Como las cosas que importan se merecen.
En fin, un día redondo, como se merecía este libro.
En fin un día, que ya cierro, porque los ojos no me responden, y mañana la vida continúa, por suerte para los versos y los poetas.