Cómplices

Martes, 15 de marzo de 2011

Dicen que después de la tempestad llega la calma. Aquí la verdad es que no mucha. Ya pensaba uno que se había quitado lo más grave de encima, pero se encuentra con el tiempo todavía más pillado.
Pero ha sido una jornada positiva.
Aunque decir estas cosas se hace un poco duro, teniendo en cuenta lo que está sucediendo en Japón.
Desde la Unión Europea se habla ya, sin ambages, de situación apocalíptica a causa de las explosiones en uno de los reactores de la Central Nuclear. Se habla de que se puede llegar a la fusión del Núcleo. Suena a desastre. Suena a mucho dolor, a mucho sufrimiento y quizá a un desastre que termine por afectar más de lo que parece a otras zonas del mundo, incluso. Ya se producen huidas de Tokio. Las personas tienen miedo, pues el viento está llevando sobre su grupa partículas radioactivas.
Parece que la psicosis comienza a hacer acto de presencia.
Y sin embargo, soy tan egoísta o tan insensato, que me siento relativamente feliz o satisfecho. ¿Qué significan mis versos, mis libros, el blog, los parabienes... tantas cosas, ante la magnitud de esta desolación? El ser humano es así de contradictorio o de limitado. No me sé explicar de un modo mejor. Pareciera que no me afectan estas tragedias, y desde esta mañana estoy con esa idea preocupante sobrevolándome la cabeza. Sin embargo, quizá porque no puedo hacer otra cosa –además de estar atento y solidarizarme con el pueblo japonés, al que cada día admiro un poco más-, quizá porque mis propias limitaciones –como las de cualquiera- imponen estas reacciones, me siento bien, me siento animado.
Esta tarde he terminado de repartir los libros por las librerías en que también se venderán en Segovia, cinco en total –no puedo abarcar más, tengo muchas limitaciones-. Fuencisla, la dueña de la Librería Diagonal, me ha propuesto –y he aceptado- una lectura de Versos como carne para el próximo viernes a las siete de la tarde. Y luego he estado en la Tertulia de los Martes.
Hoy Luis Javier Moreno (en dos días dos presentaciones) ha presentado a Oscar Esquivias, joven escritor burgalés ya de cierto prestigio y nivel que nos ha deleitado con sus palabras y las lecturas de algunos de sus cuentos.
No sé si uno actúa, repito, como la avestruz al enterrar la cabeza bajo la tierra, o la única posibilidad es continuar disfrutando de la vida con intensidad…
Por si acaso.