Cómplices

Miércoles, 23 de marzo de 2011

Ya estamos en la cuenta atrás para la celebración del II Día Internacional de la Poesía en Segovia. Con tal motivo, Norberto García, alma y organizador del evento, había convocado esta mañana una rueda de prensa para presentar formalmente el acto a los diversos medios de comunicación. Asimismo, nos había pedido a los segovianos que participaremos que le acompañáramos. Al final, sólo he podido yo, pues la hora y el lugar de la convocatoria se adaptaban bastante bien a mis horarios laborables, pues coincidía con mi hora del desayuno.
Este fin de semana Segovia saldrá en los medios de comunicación, pero no será por este recital, sino porque al día siguiente, domingo 27, se celebra la V Media Maratón Ciudad de Segovia, una de las más duras del calendario y de las que tiene más participaciones. Los veintiún kilómetros de su recorrido son realmente infernales. Los he hecho en diversos tramos de mis paseos, más o menos conozco el circuito y puedo decir que se va desde la parte más alta de la ciudad (el barrio de Nueva Segovia en plena carretera de La Granja, camino de la Sierra o la Plaza Mayor) hasta su punto más bajo, junto a la ribera del oscuro Eresma. Hay pocas zonas llanas. Siempre se sube o se baja, y a veces parece que no se sube o parece que no se baja, pero la inclinación del terreno existe y las piernas y los pulmones lo notan, vaya si lo notan…
Del acto del sábado, salvo en los pequeños rincones habituales de la prensa local y en algunos blog de quienes participemos, nadie hablará. Así es, así ha sido siempre, y así continuará siendo. No pretendo quejarme, ni nada por el estilo. No siento ninguna envidia. Sería absurdo hacerlo. Condición insustituible de la poesía es la intimidad, al menos tal y como se entiende por aquí. Quizá en algunas naciones de Latinoamérica la cuestión varíe. Simplemente quería anotar los puntos en común de ambos acontecimientos, o los que a mí me parece que existen.
Para los dos acontecimientos, esta ciudad abre sus puertas –gracias a la iniciativa de soñadores indomables, cada uno en su ámbito- a quien quiera venir desde fuera. Y en ambos casos la acogida es buena, buenísima. El número de participantes es amplio (obviamente me refiero a una cuestión proporcional), pero sobre todo entusiasta e ilusionada. En cada convocatoria, además de los participantes (atletas, poetas), los familiares y amigos son una nutrida parte de la jornada, que aprovechan para disfrutar de esta ciudad.
Pero quizá haya más puntos de encuentro de los que parece. Cuestiones más profundas…
Con independencia de todo lo que se produce alrededor, tanto el poeta como el maratoniano, tienen como objetivos metas que no están próximas a la salida, que necesitan de mucho esfuerzo para llegar a ellas, y cuyo premio verdadero no es quedar primero o segundo o tercero o quinto, sino concluir y mejorar respecto de la última vez. Aunque el sábado y el domingo estemos juntos, cada uno en lo nuestro –yo sería incapaz de correr más allá de cuatrocientos o quinientos metros sin morir asfixiado-, nuestra cotidianidad es normalmente individual, solitaria y muy incomprendida por la mayoría de personas que nos rodean… A veces compartimos poemas, o entrenamos juntos, pero bien sabemos que donde obtenemos el fruto es en el laboreo tenaz y solitario, ajenos al mundo, escarbando en nuestro interior, estudiando o buscando, sin pasarnos nuestros propios límites.
Es curioso... La otra tarde, por la zona de Nueva Segovia, justo donde va a comenzar el carril bici, me adelantó un compañero de trabajo que va a participar en la Media Maratón. Tanto él como yo íbamos a lo nuestro, en el mismo punto de la ciudad... Él afinando sus músculos para la carrera del domingo y yo oxigenando mis neuronas para algún hipotético verso...
Y pensé que lo más importante de todo, lo que seguro es absolutamente compartido: la pasión por lo que hacemos. Si no fuera así, ni ellos ni nosotros continuaríamos. Lo dejaríamos de inmediato, pues la tarea es tan dura que sin estar enamorados de ella es imposible que la soportásemos…
La famosa frase de la soledad del corredor de fondo, se puede aplicar muy bien a la soledad del poeta ante sí mismo, para intentar llegar a la meta de escribir un puñado de versos que le expliquen un poco mejor el latido de su propio corazón y el mundo.