Cómplices

Viernes, 11 de marzo de 2011

Hoy es un día extraño. Un día en el que parece que todo empuja para que nos miremos hacia adentro con intensidad, buscando las preguntas últimas o las primeras. Anoche estuve tentado de volver a subir a Pavesas el poema en prosa In Memoriam, en la versión que figura en Versos como carne. Pero, al final, preferí el silencio respetuoso y emocionado.
Desde que ha amanecido y nos hemos enterado por la radio del terrible terremoto en Japón, otra nueva pregunta, o miles de preguntas.
Y cuando han pasado las horas y las imágenes han impactado sobre nuestras retinas, todo se ha hecho más terrible aún. Más real. Más palpable. No era tan difícil ponerse en el lugar de aquellos oficinistas o jóvenes que tenían miedo, pero daban la impresión de que sabían lo que tenían que hacer en cada instante.
Por suerte vivimos en esta zona del Planeta. Pero si un día nos ocurriera algo por el estilo, no sabría qué hacer, ni dónde meterme, ni a dónde ir… La lógica me dice que si se está a tiempo, salir a lugar abierto, pero yo qué sé…
Y luego el mar, convertido en apisonadora de agua, que todo lo engullía como un monstruo insaciable… Más de mil muertos… Y hablamos de Japón, el país mejor preparado para estas circunstancias…
¡Somos tan frágiles! ¡Somos tan livianos! Y, sin embargo, nos rebelamos con energía y peleamos contra la muerte en cualquiera de sus manifestaciones a brazo partido. A sabiendas de que seremos derrotados. Ella tiene toda la paciencia del mundo.
Quizá falle hoy… Quizá falle mañana.
Pero un día, no. Un día llegará y cumplirá con la tarea que le ha tocado jugar en este tablero.
Siempre que llego a esta conclusión, sonrío.
Sonrío porque comprendo que somos tan infantiles que en vez de aprovechar el tiempo en lo que importa, nos dedicamos a planear el futuro o a lamentarnos por algo o a enfadarnos con alguien, en vez de disfrutar y conseguir que los demás disfruten con nosotros.
* * *
Sigo recibiendo muestras de cariño y comentarios elogiosos sobre Versos como carne. Todavía quizá sea difícil encontrar la crítica desapasionada, porque el libro juega en territorio propicio, el de quienes me quieren. Y sé que estos comentarios me servirán de alimento para otros momentos, cuando lleguen que habrán de llegar. Son los riesgos que se corren al hacer público un trabajo. Agradezco a todos tanta efusión. Me emocionan sus palabras en las que ya se va notando lo que más importa a quien escribe: la lectura de sus textos, en este caso mis versos. Éste sí es un premio. El premio más grande.
Esta tarde, mientras visitaba la librería Diagonal, uno de los puntos de venta del libro, me han enseñado el rincón que tienen para la poesía… Una estantería.
Ahora mismo no sé si es mucho o es poco. Pero lo más crudo del asunto (tan crudo como la vida) es lo que me han dicho: “Esta estantería lleva poco tiempo, porque últimamente son varios clientes lo que se han empezado a interesar por la poesía…”
La lectura de la frase, a primera vista es desalentadora, pero, sin embargo, pudiera encerrar una semilla para el optimismo. Y a ella me agarraré. Si se han empezado a interesar, puede ir en aumento ese interés. Quién sabe.
Quizá cunda el ejemplo.
Es sabido que se trata de una opción minoritaria, pero, por otro lado, somos persistentes y bastante infatigables…
* * *
No sé si tiene que ver con lo anterior, pero esta mañana he dado otro pasito en relación con Versos como carne, he ofrecido a un colegio la posibilidad de realizar alguna lectura poética. Es algo que ya había pensado desde hacía algún tiempo, y ya he hecho la primera concreción.
Quizá en pocas semanas pueda hablar sobre el asunto…
* * *
Y otra cosa que me ha sucedido esta tarde, en la misma librería, pero en esta ocasión se repite con lo que me sucedió en Entre libros y en Antares (otras dos librerías donde quizá alguien compre algún ejemplar de Versos como carne). Al charlar con los libreros y al hablar sobre lo difícil que es vender poesía, les hablaba del proyecto que está a punto de materializarse: Oscurece en Edimburgo.
Cuando les decía que va a ser todo un éxito, en los tres casos me han mirado como quien mira a un orate.
Espero no equivocarme… Intuyo que no me equivocaré.