Cómplices

Miércoles, 27 de julio de 2011


Me pregunto en silencio por la muerte; pero no por la muerte en general. Ni tampoco pregunto por mi muerte. Se trata de otro tema. Es como una navaja con respuesta. Parecerá retórica, lo sé. Pero no tiene nada de vacío, sino que está tan llena de dolor, que da miedo mirar entre sus flemas, o recorrer el viaje de su esputo…
Pregunto por mis crímenes. Aquí tengo el dossier de mi existencia, delante de mis ojos, no hay engaño…
Hablo de los cadáveres inútiles que hacen de este planeta un cementerio cuyo crecer no para ni un instante. Hablo de tantos muertos que he matado, gracias a mis olvidos consentidos, gracias a mis silencios o a mi miedo.
Hay zonas del planeta como zanjas, como oscuras trincheras excavadas con mi gesto omitido y descuidado. Sé que los abogados me dirían, ‘Declárate inocente’. Pero son muchos años afincado sobre estos escenarios de mentira. Tantas pupilas muertas no consienten ni una mentira más saliendo de mi boca. El código penal de los humanos no contempla estos crímenes horribles, pero es inapelable mi condena a cadena perpetua en el infierno. Y quizá haya un atisbo de clemencia si levanto mi voz, si elevo mis latidos, si grito sin cansancio tanto crimen.
Es tan fácil mirar a las estrellas y no contemplar hambres y miserias, que da miedo saberse un ser humano lo mismo que un cadáver de Somalia. Es tan fácil culpar a cualquier muerto, es tan fácil decir que están tan lejos, es tan fácil mostrar las manos limpias… Es tan fácil callar a mi conciencia y convertir en limpio lo vacío, que da miedo mirar esas miradas, porque además su viaje es nuestro viaje. Ellos llevan billete en el crucero, igual que yo lo llevo, y sin embargo, yo no pago el peaje que ellos pagan, aunque también el mar es mi destino.
Así pues, soy culpable de su muerte, al menos de una parte de su muerte; y aunque no soy el único asesino, quizá por omisión también mis dedos apretaron gatillos, empuñaron espadas o evitaron la ayuda imprescindible.
Me declaro homicida por silencio, y por comodidad, por omisión y miedo, por no hacer lo que puedo, por escurrir el bulto entre la masa, por no querer oír ciertas verdades, las únicas verdades… Por no elevar mi voz contra estas muertes…