Cómplices

Martes, 13 de septiembre de 2011

He podido escuchar la entrevista que le han hecho a Mariano en el programa radiofónico La Esfera, allá en Santa Cruz de Tenerife. Ha sido, más que una entrevista, una tranquila conversación como de sobremesa. Sólo faltaba oler el aroma del café y escuchar el sonido de las cucharillas golpeando sobre las tazas. Mariano ha hablado con esa tranquilidad que únicamente se produce en los ambientes íntimos y relajados, instantes en los que él se explaya mejor, pues de lo contrario suele ser más bien parco en palabras, escueto, casi lacónico.
La entrevista ha sido larga (aunque a mí se me ha hecho corta). Cuando han saludado todos los que estaban, he pensado que el estudio tenía que estar repleto. No habría ni un solo hueco. Nos han saludado a los oyentes Beatriz, Isolda, María Sangüesa, Catherine, Pilar, Mariano, Miguel Ángel, Iván, Inma, Ana y los niños. Probablemente este entorno repleto de caras familiares y supongo que alegres, habrá propiciado la distensión de la entrevista.
Sin entrar en muchos detalles, diría que la entrevista ha tenido dos partes. En la primera (tras la obligatoria introducción con un resumen de parte del currículum de Mariano) se ha hablado sobre asuntos más generales, como si dijéramos los cimientos sobre los que se alza el edificio, motivados por las propias palabras de Mariano escritas en la tarjeta/invitación de la exposición que concluyen de este modo:
La danza es movimiento el tiempo es cambio. Estas pinturas hablan de una transformación y de una trayectoria. Las mismas que aparecen en nuestra vida, a veces de manera visible, otras, interiorizada. Las danzantes están cambiando. Su particular metamorfosis las prepara para un momento vital distinto. Son crisálida y son mariposa.
Después de estas palabras lo lógico era hablar sobre la evolución de las personas, parece que está en la entraña de la propia intención de la exposición. Iván ha llevado esta parte de la entrevista, y me ha recordado a los entrevistadores que van más allá de lo evidente, a esas personas que para entender el significado o el aspecto de los árboles, primero contemplan el conjunto del bosque. Este inicio ha sido un marco perfecto para el resto de la conversación y también ha servido –desde su inicio- para conferir el tono y el ritmo del resto de la entrevista, un tono que tenía más que ver con la reflexión y con la confidencia y no tanto con la mera enumeración de datos.
Más tarde, se ha pasado a la segunda parte, en la que se ha concretado más sobre la propia exposición y sobre el propio trabajo de mi hermano, realizando algunas incursiones en su tarea del pasado más próximo, incluso en su labor docente que hace cinco años abandonó con la tranquilidad y las agallas de quien tiene las ideas claras y, simplemente, intenta ser consecuente con ellas. El colofón, como no podía ser de otra manera, ha sido sobre el futuro, sobre esos proyectos que maneja, y ahí, mi hermano nos ha sorprendido a todos, demostrándonos que proyectos no le faltan.
Se han tocado muchos temas, gracias a las preguntas inteligentes y bien pensadas de Iván, Ana e Inma. Se han preparado la entrevista, de eso no cabe ninguna duda. Cualquiera se da cuenta que han leído y buceado en la trayectoria y la obra de Mariano. No se han limitado a preguntas genéricas o de repertorio, esas que los malos entrevistadores hacen para salir del paso y llenar un tiempo o un espacio con lo que la creatividad o disposición del entrevistado puedan aportar. Preguntas como las que han hecho sobre el esgrafiado y la iglesia de San Frutos, o el Jardín Botánico, o el trabajo en vidrio sólo pueden hacerse si se ha ejecutado el esfuerzo para documentarse. Otras quizá sean más evidentes y necesarias –como no puede ser de otro modo-. Y esto lo destaco porque –que yo sepa- ninguno de los tres es periodista, sin embargo han mostrado un respeto exquisito por esa tarea y por la persona que iba a estar ante ellos. Y supongo que esa misma percepción habrá sentido Mariano, y esa misma alegría íntima por tener la posibilidad de contestarlas…
A veces se olvida que una entrevista tiene dos partes, mejor dicho dos grupos de actores. Y si la entrevista es larga –que son las que gustan a los invitados, para qué vamos a decir otra cosa-, como fallen los entrevistadores, la conversación se puede convertir en una tortura para todo el mundo (quien pregunta, quien responde, quien escucha…). Pero no ha sido el caso. Al contrario. Uno, como oyente, se daba cuenta de que podrían haber seguido muchísimo más tiempo, que había una larga batería de preguntas preparadas por si las respuestas eran menos largas o prolijas; pero no ha sido necesario, Mariano, se ha explicado con ese detalle y extensión de quien tiene las cosas muy claras, muy reflexionadas a lo largo del tiempo, y que está seguro del momento en que vive y qué resortes le hacen dirigirse hacia el lugar al que se encamina. Y desde luego, no se trata de un lugar común o muy transitado. No se mueve al dictado que se marca en los grandes centros que imponen las modas o que deciden lo que es arte y lo que no lo es; él tiene claro que ha de laborar con honestidad, y que ha de trazar su propio camino, mirando allá donde su inspiración le empuje, no la inspiración de otro. Como siempre –esto para mí no es novedad-, él sabe que lo mejor empieza cuando se es fiel a sí mismo, y no al resto.
La verdad es que ha sido bien hermoso escuchar todo lo que he escuchado y pensar que algunas veces las cosas suceden y se trenzan de un modo casi milagroso para desembocar en situaciones que semejan una jardín frondoso y lleno de matices que, sin embargo, han florecido simplemente dejando que la naturaleza imponga su ritmo, su pauta, su tarea… vamos como el jardín de la casa de mi hermano.