Cómplices

Domingo, 23 de octubre de 2011

A estas alturas de mi vida, tendría que haber levantado el vuelo, o haberme dedicado a otros menesteres. A estas alturas de mi vida, aunque la impedimenta con la que se me dotó al nacer hubiera sido de las buenas para estos asuntos –cosa que no está demostrada, dicho sea de paso-, reconozco que no la he sabido emplear como debería haberlo hecho. A estas alturas de mi vida, lo único que se me ocurre es que tengo que buscar el camino que me conduzca al manantial. A estas alturas de mi vida, creo sinceramente que el equipaje es excesivamente pesado y voluminoso. A estas alturas de mi vida, sé que me falta tiempo, y si quiero alcanzar la fuente donde mana el agua que bien me sé, tienen que ser mis pasos más ligeros.
Equivoqué el sendero.
No sé si hay atajos, intuyo que no. En todo caso, la única opción para acortar el camino es emprender esta empinadísima subida; y si no suelto el lastre, mis pies no alcanzarán ni la mitad de la ladera.