Cómplices

Lunes, 26 de marzo de 2012


Hoy es día de ecos, de reverberos, después del sábado. Van llegando comentarios, reseñas, fotografías… Según he abierto mi Caralibro, me he encontrado con una hermosa referencia directa de María Jesús. No sé si a ella le gustará, pero no quiero que esas palabras queden enterradas en mi recuerdo.
Esta pequeña crónica la he escrito esta tarde, aislada de cifras y encuestas, en el ambiente tranquilo de un AVE en dirección a Málaga. Al transcribirlo, mi regocijo aumenta, dada la hora, pues ya conocemos los resultados y nunca perdí la esperanza de que Andalucía continuaría siendo de izquierdas. Pero no era ese el tema que traigo, sino los dos días largos, que hemos pasado en Segovia con Amando Carabias, el anfitrión perfecto y su hermano Mariano, del que tampoco dudo, porque la conozco, de su hospitalidad. Solo que en esta ocasión ha ejercido de observador y docente por entre los cuadros de su exposición “Los hombres que miran al sol”. A mí me hubiera bastado llamarla Explosión de Luz y más tratándose del lugar: Las antiguas caballerizas del Torreón de Lozoya. Me tiene atrapada el hombre, el artista y su espiritualidad manifiesta en cada rizo de su pincel. Y si me llega es porque está hecho con amor. Mariano Carabias, probablemente pondrá “amor” con mayúscula. En todo caso, quien esté cerca debería pasar, solo para experimentar esta sensación de la que hablo. Quién no disfrute un pellizco tan solo de la majestuosidad y hermosura de esas salas, por desgracia no sabrá de lo que hablo. Una vez más me llevo la mirada prendida del corazón y tal vez, un trocito de esta muestra para iluminar mi casa.http://marianocarabiasblog.blogspot.com.es/2012/03/inauguracion.html. Había escrito también del día espléndido que nos regaló Norberto García Herranz, ayer sábado para disfrutar del III día de la Poesía en Segovia. Pero alguien lo ha hecho mejor que yo. Os dejo el enlace http://amandocarabias.blogspot.com.es/2012/03/iii-dia-mundial-de-la-poesia-en-segovia.html
Sin duda que son letras exageradas, pues uno está muy lejos de ser ese anfitrión perfecto, pero intento aprender, intento devolver lo mucho que se me da en tantas partes y de tantos modos.
Mientras escribo, escucho “Las obras de cámara para violín” escritas por Maurice Ravel, un disco que me ha regalado Catherine, la otra visitante de estos días. Y las notas que se desgranan traen a mi recuerdo su sonrisa y su gesto siempre afable.
Me gustaría encontrar las palabras adecuadas, alguna frase que no parezca desmedida, o cargada de una melosidad insoportable, pegajosa. Pero ciertos territorios del sentimiento huelen indefectiblemente a azúcar, por más que uno quiera evitarlo.
Conocidos de otros años, nuevos conocidos, todos reunidos en torno a los versos. Al final, como nos comentó por la mañana Antonio M. Herrera, se podría afirmar sin temor al error que la locura de la poesía es contagiosa. Al menos para un grupo, quizá minoritario, pero no exiguo.
No importa (o importa menos) el estilo de cada quien, pues por encima o acogiéndonos a todos está la poesía, inabarcable, inexplicable.
He recorrido unos cuantos blogs de algunos de los participantes en el acto y en varios de ellos hay referencias muy explícitas a la jornada. Como era de imaginar, el momento de la visita a los carmelitas, tras las huellas de Juan de la Cruz.
Y en estos días siempre muy presente en mi ánimo el fulgor de los cuadros de Mariano. Escribía ayer mismo que estos días han sido propicios para la contemplación, y la exposición no sólo no es ajena a ello, sino que está propiciando con más vigor tal actitud.
Quizá María Jesús da de pleno al explicar la razón última por la que sus cuadros suelen llegar al corazón: están hechos con verdadero amor…
Y no me queda más remedio que acudir a San Juan de la Cruz. A sus últimas palabras escritas, según afirma la tradición, y según reza el monolito que con su busto ocupa una esquina del claustro del monasterio carmelitano: “Donde no hay amor, pon amor, y sacarás amor”.