Cómplices

Lunes 17 a domingo 23 de junio de 2013.

Lunes 17. No debería haber leído la prensa. No debería haberme topado con esa noticia. Pero ha sucedido. Parece que me persigue la cuestión. Descubrir que la brutalidad moral de quienes dirigen la función en esta parte del planeta.
Ahora según uno de los jerifaltes de la CEOE, cuatro días de permiso por el fallecimiento de un familiar de primer grado es excesivo. Argumento: los viajes no se hacen en diligencia. Aunque el único argumento son los costes que genera a la empresa.
Los hay descastados hasta el extremo de pensar que el permiso es una cuestión de viajes. O estoy muy equivocado, o los familiares de primer grado —por consanguinidad o afinidad— son los padres-suegros, el cónyuge, los hijos-yernos-nueras. No hay más. Ni siquiera un hermano es considerado familiar de primer grado.
Evidentemente para algunos su cónyuge, su padre y su hijo es la empresa. El resto quizá no son familiares, sino adherencias de la vida...

Martes 18. Definitivamente el juzgado contencioso administrativo ha declarado ilegal la propuesta de consulta popular planteada por nuestro Alcalde.
Y aunque me imagino que éste no será el final, pues supongo que tendrán prevista una alternativa, o así lo deduzco por las declaraciones previas. Sin embargo no tendrá la misma repercusión.
Pero de este asunto que, en apariencia, tan lejano queda de la poesía o de la literatura, extraigo una lectura clara. Más que de los posibles errores del Ayuntamiento que hayan motivado la decisión judicial, uno vuelve a confirmar que nuestra democracia soporta pocas comparaciones con otras. A pesar de ser éste el periodo más largo de sistema democrático de nuestra historia (quienes tengan treinta y cinco años, o menos, no han conocido otro, por suerte para ellos), todavía vivimos en mantillas o, mejor dicho, nuestro sistema democrático parece una criatura que tiene miedo a su propia esencia, como si un niño temiese jugar, como si un electricista se asustase ante una instalación eléctrica, como si un poeta temblase ante las palabras. Porque los niños se divierten jugando, se toman el juego muy en serio; porque los electricistas saben lo que encierra un cable de alta tensión, toman precauciones; porque un poeta conoce que la palabra al ser pronunciada convoca a la vida o a la muerte, así la democracia debía actuar, con el mismo rigor, con la misma prudencia, pero con el mismo convencimiento de que usarla en plenitud y responsabilidad es la forma más eficaz para el desarrollo de las personas que forman un colectivo, llámese éste: municipio, provincia, comunidad autónoma o estado.
Por el contrario, si el juego infantil es dirigido por adultos, si se pretende ser electricista tras preparar un circuito eléctrico sobre una madera de contrachapado usando una pila de petaca, si el poeta es controlado por los censores, entonces el juego será pantomima, la electricidad chisporroteo y la poesía mera adición de palabras eufónicas…
Por otro lado, nadie ha explicado suficientemente las razones del rechazo de su señoría a las alegaciones presentadas por el Ayuntamiento. Uno no sabe muy bien los criterios que llevaron a la abogacía del Estado a informar negativamente sobre este asunto, aunque algo se explicó. Pero lo que se desconoce del todo —y lo he buscado en prensa y redes sociales— son los argumentos de las alegaciones del Ayuntamiento, y la motivación judicial para no admitirlas y, en consecuencia, suspender definitivamente la consulta.
Y desconocer estos argumentos no es algo baladí; al contrario, debería ser el sustrato del debate. ¿Esta ausencia de información se debe a que los periodistas no disponen de espacio para facilitarla, o simplemente no la disponen, o se considera que no es importante disponer de ella?
Como tantas veces nos conformamos con el titular, aunque en este caso el titular de por sí es suficiente como para dar un paso al frente y no callar ante la orden imperativa de silencio que se nos ha dado.

Miércoles 19. Me gustaría poder aportar algo, al fondo de la anotación y el asunto de ayer. Como uno se imaginó, había una alternativa: la consulta con todas las formalidades de una consulta popular, se sustituirá por una recogida de firmas.
No es lo mismo, claro, pero al menos, permitirán que manifestemos una opinión.

Jueves 20. Llego a casa con el cansancio de una jornada. He querido anotar una frase, mientras la tarde se tornaba brisa, y ha sido imposible. Hoy todo se torna sensación inaplazable de vaciarse, llenar de silencio mi interior, para que lo de fuera pueda entrar y preguntarme.

Viernes 21. La entrada del verano —creo que ha sido mientras me cepillaba los dientes, más o menos— se ha recibido con una dosis de enfado no pequeño por el mal tiempo que prolonga la sensación de un final de invierno infinito, o que tiende a él. Cada vez hay más voces que se dudan de que este año se pueda disfrutar de esta estación como solemos, o sea, quejándonos del intenso calor que nos aplana, nos deja dormir poco y mal…
Comienzan las vacaciones escolares. Comienzan las fiestas de Segovia. Algunos compañeros se toman unos días de descanso.
Las tardes, aunque ya no crecerán más, parecerán más largas, más intensas.
Pero este año, uno espera, simplemente que nada ocurra, que todo se quede en ese punto en el que ahora mismo está.

Sábado 22. Aunque no escriba muchas líneas, aunque no haya huellas de mi trayecto, hoy he acabado, no sé si satisfecho, pero sí cansado al menos. Lo de este sábado se ha parecido a aquellos veranos, que ahora parecen tan lejanos, aquellas semanas en que escribía, sólo escribía.
Este fin de semana, además, en Segovia es más largo, porque el lunes es festivo.
Sé que es un sueño, pero qué bien está de vez en cuando rozar, aunque sea con la punta de los dedos, la orla de un sueño.

Domingo 23. Desconecto de Internet los fines de semana. Ni un correo electrónico. Nada. Ahora, en esta tarea en que estoy embarcado y a la que sólo puedo dedicar con un mínimo de rendimiento los fines de semana, es algo imprescindible; pero ya antes de haber iniciado la corrección y decantado del poemario, me había impuesto esa especie de régimen. (Iba a escribir dieta, pero no es una dieta, porque en realidad no me privo de nada).

Es verdad que sin Internet no habría avanzado los pasos que he avanzado. A Internet le debo muchísimo. Pero todo tiene sus límites, sobre todo yo. Debo encontrar la justa medida, y quizá haber empezado de esta manera no sea mala solución…