Cómplices

«En cualquiera de las artes —y espero no equivocarme— cuanto más años de honesto oficio se le dedican más se estiliza la obra. Se abrevia tanto en el proceso como en su más concluyente terminación. ¿Significa esto que al compás de la vida, al hilo de ir consumiendo el tiempo, vamos despojándonos de vestimentas y ornamentos en busca de una inocencia inicial e ideal?»
De este modo, inicia Vicente Verdú en su columna de El País del pasado día nueve.
Y siete párrafos más abajo concluye:
«¿Los aplausos? ¿Qué lenguaje vulgar es éste que se apoya en el expediente de la aclamación? Lo divino es el silencio. Lo importante es la nada. El final más atinado es igual al cenit de su imposible repetición.»
Ojalá acierte, ojalá, tras los sofocos que me correspondan al releerme, algún día alcance esa desnudez de la inocencia que, siempre, está emparentada con la verdad y la belleza…