Lo habitual en una errata, que no suele ser más que una
letra o dos, es que no altere nada del mensaje transmitido, un pequeño borrón sin más importancia, como mucho un traspié para los ojos. Pero algunas veces, estos
lapsus son fascinantes. Convierten una frase en un horizonte distinto, renovado, en ocasiones lleno de hermosura que fascina y dispara el pensamiento hacia territorios poco antes imposibles, como si
uno se hubiera equivocado de tren, y en vez de subirse al que debía llevarle al destino
previsto, se subiera en el que viajará justo al punto opuesto de la geografía.
Rafael Narbona
ha publicado en su blog un estremecedor artículo sobre la vida de la escritora y
activista comunista alemana Margarite Buber-Neumann que sufrió el Gulag, bajo la dictadura de Stalin y el Lager nazi en Ravensbrück bajo la dictadura de Hitler, durante la Segunda Guerra Mundial. Cuenta el escritor que, una vez
deportada por los comunistas de Stalin al campo nazi de Ravensbrück, conoce a Milena Jesenská (más que amante, la ‘Madre Milena’ de Kafka).
Ambas mujeres traban estrecha amistad y Milena confiesa Margarite que la poesía
ha perdido todo el sentido, que sólo la prosa puede contar el martirio que están pasando… Al menos esa es la idea, es lo que se desprende del sendero por el que discurre el texto.
Sin
embargo el blog dice textualmente, copio y pego: “Durante sus conversaciones
con Margarete, Milena lamenta haber dedicado tanto tiempo al periodismo,
malgastando la posibilidad de haber construido una obra literaria. Opina que,
después de la guerra, la poesía ha pedido su razón
de ser. Sólo la
prosa puede explicar el horror acontecido”.
Y pudiera
ser que, a pesar de lo que parezca a primera vista, sea precisamente tras
la guerra cuando más necesaria se haga la poesía, porque es ella, precisamente,
la única capaz de hacer renovar la esperanza, pues la poesía se hunde en las raíces
más humanas del hombre, al menos la poesía verdadera, la que es capaz de
descubrir la luz de las estrellas en mitad de la noche más oscura. Sí, pudiera ser que en las épocas más duras y terribles, cuando la humanidad está más lejos de sí misma, la poesía haya pedido su razón de ser...
Otra cosa bien distinta es que se le haya hecho mucho caso, suponiendo que alguien haya escuchado su voz.