Cómplices

En 2004 comprendí en primera persona que el cariño de Clara Luquero, Alcaldesa de esta ciudad y candidata del PSOE, por Antonio Machado y su obra era sincero, no una pose casi de obligado cumplimiento para cualquier representante político de Segovia y provincia.
En estos días, he recordado aquel encuentro por tres hechos protagonizados por ella y de los que he sido testigo presencial. Hace un par de sábados o tres, acudió a la entrega de galardones del Premio de Poesía “Huerta de San Lorenzo”, de quien fui jurado. El pasado sábado 21 recibió a los poetas seleccionados, y a sus acompañantes, entre quienes me encontraba, durante los actos del VI edición del Día Internacional de la Poesía. Ayer mismo la prensa publicó que había integrado en la lista del PSOE que optará a la reelección en las próximas elecciones municipales a la escritora, poeta, filósofa, poeta, académica de San Quirce y profesora de instituto Marifé Santiago Bolaños. (…)
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Aquella mañana de 2004 me acerqué a su despacho de concejala de cultura en la casa de Abraham Seneor. Recuerdo que fue temprano, acaso a las ocho y media de una mañana fresca y luminosa de principios de junio, una jornada que apuntaba balbuciente hacia el verano. Por razones que no vienen al caso —que no quiero que vengan al caso—, Cuentos de Euritmia no se iba a presentar en la Diputación, como parecía lógico, pues allí trabajo. Antes de buscar ninguna otra opción, pensé en el Ayuntamiento, pues, al fin y al cabo, Euritmia es un trasunto no sé si poético o moral de esta ciudad.
Sabía, desde el principio, desde que me confirmaron la cita, que la conversación sería brevísima, pues nadie desconocía ni desconoce la apretadísima agenda de quien entonces era concejala de Cultura. Lo que no podía imaginarme es que, además, fuera un momento que desembocaría en un instante de hondísima emoción.
Faltaban pocas semanas para el inicio de las fiestas locales, lo que era un problema para cuadrar fechas y encontrar local adecuado. Mi situación personal de entonces era aún más delicada que la de hoy. Quiero decir que el tiempo no me daba para reflexionar en exceso, era puro tiempo de actuar por intuición, había que decidir y hacerlo en ese momento. La fecha estaba cerrada, pues quien presentaba el libro —José Antonio Gómez Municio— no disponía de otra.
Le expliqué a Clara por encima el contenido del libro, cómo lo había estructurado, le cité algunos de los protagonistas que por sus páginas desfilaban, le resumí algún argumento…
De pronto, noté que se le iluminó la mirada. Fue un instante de inspiración, pero no del escritor, sino de la política. Me advirtió, antes de decir lo que había pensado, que quizá pudiera ser un problema para mí, pues el lugar no reunía las condiciones habituales, pero que sería el primer libro que allí se presentaría.. Acaso pensó que buscaba un sitio mejor preparado para la comodidad, para permanecer más tiempo, para que acudieran más personas, para poder vender más ejemplares del libro de relatos… En fin, lo que se supone en los actos de este tipo.
Yo callaba expectante, más prendido de su gesto que de sus palabras. Al fin se decidió y lo dijo: ¿Qué te parece la Casa de Antonio Machado?
Me sentí como transportado a un lugar en el que no merecía estar. Un temblor casi desconocido me atravesó hasta desembocar húmedo en mis ojos. Y ella se emocionó conmigo. No hicieron falta muchas más palabras. La firma de un documento no habría sido tan eficaz jurídicamente como lo sucedido en esos diez o doce segundos de estremecimiento, lágrima y sonrisas.
Es verdad que me arriesgaba a que la tarde junio en que se presentaría fuera desapacible o tormentosa (muy posible en Segovia al final de la primavera), pues la única posibilidad de este lugar para acoger un acto similar era el jardín interior de lo que fue pensión del poeta en la calle de los Desamparados. Es verdad que me arriesgaba a que el puñado de asistentes se sintiera incómodo, pues tampoco había asientos…
Pero en ese minuto de magia, no pensé nada de ello. Sólo pensé que no había mejor lugar en el mundo para que Cuentos de Euritmia iniciara su vuelo. En tales detalles de intendencia sólo pensé más tarde, y lo hice encogiéndome de hombros. (…)
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Por eso no me sorprendió que hace unas semanas, Clara Luquero leyera unos versos de Machado durante el acto de entrega de premios del “Huerta de San Lorenzo”, ni que fueran versos de Neruda con los que obsequiase a los poetas seleccionados en el VI Día Internacional de la Poesía, ni que ambas lecturas fueran tan a propósito para cada circunstancia, ni que aquellos versos fueran leídos de dos libros cuyas páginas —bien a las claras se veía— han sido repasadas muchas veces.
Por eso me alegra tanto que haya pensado en Marifé Santiago. 
Sin muchas más explicaciones intuyo que su proyecto de ciudad está muy reflexionado. Todo va encajando, todo va cobrando coherencia, todo se va iluminando.
Es imposible saber a estas alturas qué ocurrirá a finales de mayo, pues la ciudadanía decidirá con su voluntad inapelable, justa y soberana, y más imposible aún saber qué sucederá después, aún en el caso de que la actual alcaldesa continúe en el puesto, ya que la realidad y el discurrir de los días irán imponiendo su presencia insoslayable. Sin embargo, pocas veces la apuesta por conseguir que un sueño se realice cuenta con mejores bazas.