Cómplices

Domingo, 15 de enero 2012


Los problemas de la tecnología, normalmente son problemas menores, pero, cada vez más, pueden tornarse molestias que entorpezcan otras tareas y que en algunos casos, no en el que comentaré, podría causar incluso malos entendidos.
A quien frecuenta blogs y entre ellos cuenta con personas que admira (en lo personal y en lo literario), y como consecuencia de ello suele comentar sus trabajos, pues su habitual calidad lo merece, se convierte en una molestia no poder hacerlo, por alguna circunstancia ajena a su voluntad, y mucho más si está empecinado en hacerlo, como es mi caso.
Con un par de días de diferencia, me parece, tanto Paloma Corrales como Elvira Daudet han publicado sendos poemas en sus blogs que he leído (¡al menos los he podido leer!) y he disfrutado. Ambos poemas son diferentes entre sí (como es distinta la poesía de Elvira de la de Paloma), y ambos son muy hermosos. O a mí me lo parecen, y ése (el que a uno le parezca hermoso o no un poema) es uno de los listones que ha de superar un poema.
El poema de Paloma En la vocales abiertas, con cierto tono de melancolía y añoranza, late un erotismo suave y atractivo, “en la descalza noche de un tobillo / en la tartamudez de la resaca”, dicen sus dos versos medulares, creo que no en vano están situados como vértice o columna de todo el poema, o más bien la añoranza de esos momentos en que las vocales más se abren y son las únicas palabras que puede emitir la garganta humana “como en un temblor impuro / (no lo olvides) / tantas veces” remata la poeta. Y no sé yo, y ésta es mi único desacuerdo, si ese temblor es impuro, o más bien, es siempre el más puro de los temblores. Pero mejor no entrar en disquisiciones íntimas que poco o nada tienen que ver con los versos.
Elvira Daudet publica Ella, un poema de tono existencialista e íntimo, cuya lectura me estremece por esa serenidad con que se enfrenta a la muerte (verdadera protagonista del poema). Así lo arranca: Ella, mi fiel amiga, viene siempre conmigo /desde niña, y nunca me abandona / (…) Tiene más de mil rostros, /algunos pavorosos, repugnantes, / y a mí, por ser su amiga, me brinda el más amable.”. Mientras lo leía, en cierto sentido, me iba recordando al modo natural con que el poverello de Asís se acercaba a todas las criaturas en su famoso canto, pues allí, a la muerte le llama hermana. Una sensación semejante, o de más hondura aún, parece habitar este poema de Elvira que, a pesar de lo que pudiera parecer, lo remata con una proclama para seguir viviendo.
Ambos blogs tienen otra característica común: el sistema de comentarios. Se trata del modo llamado “ventana incrustada a continuación del texto”. Pues bien, este sistema, desde siempre, me ha dado problemas, pero no hasta el extremo de desaparecer la página de mi pantalla si es que quiero dejar mis torpes letras en sus blogs. Así como los otros dos posibles sistemas de comentarios ofrecidos por esta plataforma, página diferente para comentar (como lo usan, por ejemplo, las poetas María Socorro Luis o María Sangüesa o el poeta Gsús Bonilla), y ventana emergente el que prefiero, no me ofrecen ningún problema, éste sí.
Y ya sé que es una cuestión que no tiene ninguna trascendencia, que se trata de algo que el tiempo, probablemente o algún sabio consejo amigo, resolverán. Lo digo porque hasta ahora, he seguido los consejos que me han ido dando sobre esta cuestión y con estos dos blog, con estos en concreto, no puedo hacer otra cosa que no sea disfrutar de su lectura.
Lo cual viendo como está el patio no es poca cosa…
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Otra de tecnología…
Al cambiar el interfaz de Blogger (ya digo que he seguido todos los consejos recibidos) he descubierto que las estadísticas se consultan de otra manera.
La verdad es que uno lleva dos años pasando de ellas, porque tiene clarísima conciencia de la expectación que levanto en la red. Es decir ninguna.
Pero no deja de ser gracioso, y por eso lo digo aquí, que hay entradas con más comentarios que visitas. Aunque las estadísticas resten mis propios vislumbres (lo cual es algo que me parece elemental y necesario, pues otra cosa es autoengaño), los números no me cuadran. Por ejemplo que una entrada tenga seis visitas y 39 comentarios es algo que no deja de ser incomprensible, pero que tenga cero visitas y una docena de comentarios pertenece al territorio del surrealismo más increíble.
Así que ver que una entrada, Delación (uno de los relatos más largos que he publicado en una sola entrega), ha tenido 2.506 visitas, me parece la guinda de ese poema surrealista.