Cómplices

Miércoles, 25 de enero de 2012


Serán tres semanas para tomarse las cosas con una calma nueva. Disfrutar de este momento que ahora me llega.
He trabajado bien en estos meses. Los resultados no se verán (quizá nunca se vean), pero he trabajado. A mi derecha reposan las pruebas, como polluelos aún con el plumón.
No pasa nada. Los días avanzarán y los polluelos crecerán, y espero que su plumaje crezca fuerte y eleven un poco el vuelo.
Seguir adelante es la consigna, y saber que las prioridades, normalmente, tienen nombre y apellido. Lo demás son circunstancias que, en la mayoría de los casos, no dependen de uno, salvo en una cuestión: mejorar, mejorar, mejorar.
No hay victoria o derrota, ni hay éxito o fracaso, sólo uno se queda quieto autocompadeciéndose o sigue adelante, aunque sea un poco renqueante en los primeros pasos.
Soy experto en torceduras de tobillos, pequeños esguinces sin mayor trascendencia (hasta el momento). Cuando se dobla esa articulación y uno va al suelo, lo peor es levantarse. Y después apoyar el pie dolorido. Y luego un primer paso. Y el siguiente. Y duele, pero poco a poco el músculo, deja de molestar y, de nuevo, me puedo dedicar a contemplar el cielo, el valle, las nubes, las casas, las personas con quien me cruzo… Avanzar, avanzar.
¿Para qué?
No es esa la pregunta, pues no hay respuesta.
¿Por qué?
De lo contrario, qué sería mi vida. 
Y no hay más respuesta. Es la única que tiene sentido, aunque en sí misma sea un sinsentido…