Porque la vida es así, este año las navidades han sido menos festivas que otras, y, sin embargo, podría decirse que han sido más cordiales, más esenciales, más entrañables, más silenciosas, o sea, más poéticas. De algún modo podría sugerir que las he disfrutado despojado de sus afeites.
Para concluir estas fechas, uno puede decir que ha recibido un regalo realmente de Oriente. Del lejano Oriente. Del más lejano Oriente. Allá por donde sale el sol...
Aunque no ha sido del único lugar alejado de esta ciudad de donde me han llegado presentes.
Por partes para no enredarnos.
Desde el norte, desde Asturias, una amiga bloguera con un caudal de lecturas y una pasión lectora alucinante, me ha llegado la novela, A la sombra de los abedules de Fulgencio Argüelles, que voy a empezar a leer de inmediato. Uno no sabe nunca cómo agradecer estos gestos, porque más allá del contenido, lo que importa es esa intención, puesto que sé que este libro ha sido minuciosamente seleccionado pensando en mi.
A mi derecha, ya colgado en la pared, tengo una de las obras caligráficas originales de Tomoko Miyamoto que ilustran el libro Frente al Pacífico escrito por Montserrat Sanz Yagüe y editado por Isla del Náufrago y que tuve el placer y el honor de reseñar para Alenarte Revista hace unos meses.
Ayer mismo estuvo en la oficina para dármelo la autora del libro. Hermoso detalle de alguien que sólo regresa a España una vez al año y, por tanto, con la agenda sobrecargada, por inexcusables visitas y quizá algún otro quehacer inaplazable.
Fueron unos minutos entrañables y emocionantes. En realidad su visita y su presencia fueron su regalo; el que dejara de ver o de estar con otras personas, el que hubiera pensado en mí.
En fin, yo sí puedo recibir que mis reyes han venido de Oriente, y sin metáforas.
Y además desde casa, los más próximos, también han decidido (¿cómo se dejarán engañar tan fácilmente?) que algo me merecía y demasiado he tenido, por ejemplo, este dibujito de Mariano, que, a partir de ahora, ocupará un puesto destacado en la mesa donde escribo... Y lo que aún me falta, lo que sé que vendrá cuando mi verdadero regalo, su presencia, llegue desde Asturias...
Por cierto, la caligrafía que me ha regalado Montse significa Responsabilidad personal, todo un mensaje. Sólo se me ocurre un haiku como agradecimiento y ojalá que le llegue a la buena de Tomoko, a quien se lo dedico:
Mientras trabajo,
el mundo no se arregla,
mas se completa.
el mundo no se arregla,
mas se completa.