A la vuelta de la Facultad,
entre quejidos por el frío y el madrugón, me cuenta mi hija que en clase de Retórica
han estado intentando hallar la definición de Literatura.
No está mal su primera clase de esta
asignatura.
¿Qué es Literatura?
Después de una hora, sólo han llegado a una
conclusión: es indefinible, puesto que tiene tantas variables que es imposible
llegar a una conclusión. Depende de la época, de la cultura, de los lectores —supongo—.
Y como ocurre con la poesía, aunque sea imposible
una definición precisa y acogedora de todas las sensibilidades o teorías, todos
sabemos qué es Literatura, o lo barruntamos. Es algo intuitivo, quizá porque forma
parte de la propia genética humana. Expresar sentimientos, contar historias,
explicar el mundo o inventárselo anida en la propia esencia del lenguaje, por
tanto de nuestro ser. Sabemos que tiene que ver con la expresión creativa de la
palabra, con cierta armonía e intencionalidad en su uso, con la selección de
materiales que se podrían usar en según qué casos, con la expresión de la vida
a través de las palabras o de la sintaxis. No sé.
Quizá a lo largo de este cuatrimestre lleguemos a
la conclusión. Quizá al final podamos alcanzar un consenso, podamos definir
literatura con un poco más de precisión que lo hace la RAE: “Arte que emplea como medio de expresión una
lengua”.
O quizá no. Habrá que verlo. Esperaremos.