Cómplices

Domingo, 18 de marzo de 2012


Se abre la mañana envuelta en un ventarrón molesto y frío. Las nubes parecen patinadores sobre el hielo azul. Las ramas de los árboles parecen enfrascadas en conversaciones gestuales llenas de afirmaciones y negaciones.
Llevo un rato, bastante tiempo, más de una hora, intentando pergeñar unas líneas. Avanzo sobre una idea. Escribo sobre algo que me parece interesante, pero descubro que se trata, no de una estupidez, sino de una cuestión sobre la que, en realidad, no estoy capacitado.
Tras la ventana algunas cigüeñas van y vienen.
Algunas veces son zarandeadas por la intensidad del viento. Pero no se obstinan. Son dóciles o quizá son inteligentes. Se dejan llevar hacia la dirección en que el viento las empuja. Saben que un trecho después encontrarán el modo de virar levemente, lo suficiente, para volver a tomar el rumbo que buscan, el que necesitan, el camino hacia su nido.