De pronto, como en una
avalancha, el tiempo se empuja a sí mismo, tiene prisa por dejar su sello
impreso.
Aunque el acto no ha acabado tarde, entre unas cosas y otras, llego casi a media noche de asistir a la presentación del libro de poemas de
Javier Sánchez Menéndez Faltan palabras
en el diccionario, (por cierto, título que se corresponde a un verso de
Nicanor Parra, como ha dicho el autor) una colección de poemas escogidos de su
obra que abarca desde 1983 hasta 2011. Durante el acto, se ha hablado de la búsqueda,
se ha hablado de esa constante y metódica pelea por encontrar el nudo de la
poesía.
Ahora, a estas horas —pero es que mañana va a ser
imposible— en que la madrugada inicia su tránsito, contemplo el Conv3rsando de esta quincena, en el que
Paloma Corrales departe (más que nunca, pues más que nunca parecía una
conversación de dos grandes amigas) con Cecilia Quílez. Y casualmente —o no tanto— parte
del meollo de la conversación, ha girado entorno a ese trabajo de búsqueda de
la palabra exacta, la expresión más precisa, el modo mejor de decir lo que, en
el fondo, quizá ya está dicho. Es cierto lo que dice Paloma —quiero decir, a mí
me lo parece—, que tal tarea es un poco inútil, pues nunca llegaremos a ese
pretensión; pero también es cierto lo que comenta Cecilia, pues por mucho que
seamos conscientes de la imposibilidad de alcanzar tal meta, es una tarea
ineludible, quizá una de las principales tareas que lleva aparejada la labor poética.
Y ello mismo implica la continua revisión de la obra, una actitud de crítica
continua e inagotable con la propia tarea de uno mismo.
Antes del acto —unos instantes antes— mientras
tomaba un cafelito con una buena amiga que iba a otro recital poético, también
hablábamos de ello, de cómo ella misma acaba de reescribir entero su último
poemario editado, tanto que, según me confesaba, se parece poco a lo publicado
inicialmente.
De mí, mejor no hablaré.
En la entrevista Cecilia Quílez citaba a Gamoneda,
y a su constante obsesión por volver a los poemas, por retocarlos. Hablaba de
uno relacionado con la lluvia, y el modo en que cada lectura es una versión que
lo adensa y lo acrece.
Otra cosa que transmite la poeta y que comparte con
Paloma y con tantos otros, como mi amiga, como el poeta andaluz, es la
dedicación en cuerpo y alma a la poesía. Más allá que a la literatura en
general, a la poesía en particular. No es que Cecilia lo haya dicho de este
modo, pero se percibe, hay una pasión tranquila (valga la paradoja)
que llega a las mil maravillas a quien sigue la conversación. Tampoco lo ha
dicho, pero se nota en la lejanía que ella sin la poesía no entendería la
existencia. Y aunque se haya manifestado como mujer que escribe desde el
interior, no por ello es ajena al mundo, aunque la óptica personal esté tan
presente en su obra poética.
Me ha encantado, y me lo apunto como máxima
interesante para mi propio quehacer, esa afirmación suya de que cuando escribe,
lo hace para sí misma, sin pensar en construir versos que pudieran resultar
efectivos para el lector. No sé si es lo mismo esto que hablar de
autenticidad u honestidad consigo mismo. Creo que en esa dirección navega el
rumbo de su obra. y es que el primer lector, el que tiene que ser más exigente,
es el propio autor. Más aún, a medida que pasan los semanas y los días, a medida que la vida me va entregando su propia carga de reveses, me doy cuenta de lo necesarios que pueden llegar a ser, y de que si llegan, desde fuera, quizá sea porque no se ha depurado suficientemente dentro. Por más que sea tan imprescindible (quizá ahora más que
nunca) la primera lectura de ojos ajenos, si el autor no hace la primera criba
seria, honrada y honesta, la tarea será infructuosa.
Esto es algo que uno debe aprender, y debe aprender
de todos lo que le van precediendo es a ser más crítico con su propia tarea, a
depurar y a exigirse más, a ser capaz de arrojar a la chimenea, si ello fuera
preciso aquellos poemas que no sirven, idea que viene a complementar la idea de
la revisión casi infatigable, esa búsqueda inacabable.
Me ha llamado la atención las poderosas imágenes
que utiliza la poeta, imágenes que le hacen a uno elevar el vuelo rápidamente.
En fin, una tarde completamente dedicada a la poesía,
a esa dama eterna que también me tiene corriendo tras sus talones, cada día más horas, cada día con más determinación y gusto, a pesar de algunas penurias…