Cómplices

Jueves, 1 marzo de 2012


De pronto, como en una avalancha, el tiempo se empuja a sí mismo, tiene prisa por dejar su sello impreso.
Aunque el acto no ha acabado tarde, entre unas cosas y otras, llego casi a media noche de asistir a la presentación del libro de poemas de Javier Sánchez Menéndez Faltan palabras en el diccionario, (por cierto, título que se corresponde a un verso de Nicanor Parra, como ha dicho el autor) una colección de poemas escogidos de su obra que abarca desde 1983 hasta 2011. Durante el acto, se ha hablado de la búsqueda, se ha hablado de esa constante y metódica pelea por encontrar el nudo de la poesía.
Ahora, a estas horas —pero es que mañana va a ser imposible— en que la madrugada inicia su tránsito, contemplo el Conv3rsando de esta quincena, en el que Paloma Corrales departe (más que nunca, pues más que nunca parecía una conversación de dos grandes amigas) con Cecilia Quílez. Y casualmente —o no tanto— parte del meollo de la conversación, ha girado entorno a ese trabajo de búsqueda de la palabra exacta, la expresión más precisa, el modo mejor de decir lo que, en el fondo, quizá ya está dicho. Es cierto lo que dice Paloma —quiero decir, a mí me lo parece—, que tal tarea es un poco inútil, pues nunca llegaremos a ese pretensión; pero también es cierto lo que comenta Cecilia, pues por mucho que seamos conscientes de la imposibilidad de alcanzar tal meta, es una tarea ineludible, quizá una de las principales tareas que lleva aparejada la labor poética. Y ello mismo implica la continua revisión de la obra, una actitud de crítica continua e inagotable con la propia tarea de uno mismo.
Antes del acto —unos instantes antes— mientras tomaba un cafelito con una buena amiga que iba a otro recital poético, también hablábamos de ello, de cómo ella misma acaba de reescribir entero su último poemario editado, tanto que, según me confesaba, se parece poco a lo publicado inicialmente.
De mí, mejor no hablaré.
En la entrevista Cecilia Quílez citaba a Gamoneda, y a su constante obsesión por volver a los poemas, por retocarlos. Hablaba de uno relacionado con la lluvia, y el modo en que cada lectura es una versión que lo adensa y lo acrece.
Otra cosa que transmite la poeta y que comparte con Paloma y con tantos otros, como mi amiga, como el poeta andaluz, es la dedicación en cuerpo y alma a la poesía. Más allá que a la literatura en general, a la poesía en particular. No es que Cecilia lo haya dicho de este modo, pero se percibe, hay una pasión tranquila (valga la paradoja) que llega a las mil maravillas a quien sigue la conversación. Tampoco lo ha dicho, pero se nota en la lejanía que ella sin la poesía no entendería la existencia. Y aunque se haya manifestado como mujer que escribe desde el interior, no por ello es ajena al mundo, aunque la óptica personal esté tan presente en su obra poética. 
Me ha encantado, y me lo apunto como máxima interesante para mi propio quehacer, esa afirmación suya de que cuando escribe, lo hace para sí misma, sin pensar en construir versos que pudieran resultar efectivos para el lector. No sé si es lo mismo esto que hablar de autenticidad u honestidad consigo mismo. Creo que en esa dirección navega el rumbo de su obra. y es que el primer lector, el que tiene que ser más exigente, es el propio autor. Más aún, a medida que pasan los semanas y los días, a medida que la vida me va entregando su propia carga de reveses, me doy cuenta de lo necesarios que pueden llegar a ser, y de que si llegan, desde fuera, quizá sea porque no se ha depurado suficientemente dentro. Por más que sea tan imprescindible (quizá ahora más que nunca) la primera lectura de ojos ajenos, si el autor no hace la primera criba seria, honrada y honesta, la tarea será infructuosa.
Esto es algo que uno debe aprender, y debe aprender de todos lo que le van precediendo es a ser más crítico con su propia tarea, a depurar y a exigirse más, a ser capaz de arrojar a la chimenea, si ello fuera preciso aquellos poemas que no sirven, idea que viene a complementar la idea de la revisión casi infatigable, esa búsqueda inacabable.
Me ha llamado la atención las poderosas imágenes que utiliza la poeta, imágenes que le hacen a uno elevar el vuelo rápidamente.
En fin, una tarde completamente dedicada a la poesía, a esa dama eterna que también me tiene corriendo tras sus talones, cada día más horas, cada día con más determinación y gusto, a pesar de algunas penurias…