Cuando
escribí la entrada de ayer, aún no sabía que el monarca se había fracturado
la cadera por tres sitios. Justo el día en que los republicanos conmemoran el
ochenta y un aniversario de la proclamación de la II República Española.
Las cosas —como
vengo repitiendo en estos últimos tiempos— no suceden por casualidad, sino por
causalidad. Algunas de ellas, a veces, son tan evidentes que no merece la pena
comentarlas.
Pero en estos
momentos, prefiero deleitarme con la visión y la escucha de la Quinta Sinfonía
de Mahler, dirigida por Barenboim a la orquesta sinfónica de Chicago. Creo que
es mucho mejor para el espíritu, y quizá sea lo
que corresponda.