Lanzo al
viento mis palabras. No sé si este hecho sirve para algo. Ni siquiera sé si me
sirve a mí mismo, pero lo hago con la tenacidad del agricultor empeñado en
sembrar la semilla a sabiendas de que, en el fondo, está en manos de variables
que pueden alterar todo su propósito.
Llevo meses
diciendo que nos acercamos al abismo. Llevo meses diciendo que el borde del
precipicio está cerca. Llevo meses diciendo que esta crisis, provocada por la
desmesura del neo-capitalismo y sus gurús, nos conduce al estado de
neo-vasallaje.
Acabo de leer
que una de las agencias de calificación (o sea quienes realmente establecen cómo han de fluir de los capitales y los inversores) ha rebajado la calidad de
la deuda española a BBB+ con perspectiva negativa.
España ya es un
país bueno, bonito y barato para los especuladores.
Añadamos otro
neo a los dos anteriores: neo-colonialismo (esta vez especulativo).
Entretanto,
sigamos haciendo reverencias a las políticas neoliberales, al fin y al cabo son
las únicas que sirven para que el más fuerte devore al más débil que, como todo
el mundo sabe, es la verdadera esencia de los seres humanos.