Cómplices

Miércoles, 11 de abril de 2012


Hoy mi pequeño problema es una estupidez, apenas del tamaño de una limadura. Aunque me hayan cortado la posibilidad de expresarme en un medio público, se trata de algo accidental, y, en todo caso, anecdótico, que seguramente acabará por arreglarse. Y aunque no se arregle, el mundo no perderá nada, aunque yo sí lo pierda.
Ser vasallo debería estar mal visto en la época contemporánea, sin embargo da la impresión de que se dan pasos hacia ello. Se dirá que las medidas anunciadas sólo están pensadas para impedir la violencia callejera e incluso para castigar ejemplarmente a quienes usan las redes sociales con semejante fin.
Pero este paso es peligrosísimo, más que por lo que en sí mismo avisa, por lo que esconde: el miedo. El miedo como argumento político, como verdadera argamasa de la cotidianidad. Es incluso probable que las medidas anunciadas hoy, al final no cuajen, pero todos seremos conscientes de ellas, todos sabemos que las podrán aplicar. Y un paso lleva al siguiente. No es muy difícil continuar el razonamiento.
También hoy se ha rozado esa línea. No querer negociar con alguien que discrepa y apoya a quienes convocan huelga (como si la huelga fuera un gravísimo delito), está muy cerca de otro pensamiento que tiene que ver con no querer hablar ni escuchar a quien piensa diferente, a quien discrepa.
Por más que se empeñen, la legitimidad de las urnas no legitima cualquier tipo de medida.
Para rematar la faena, desde el FMI se cuela el lamento por el posible aumento de la longevidad y se reclaman, entre otras medidas, que se recorten las prestaciones y se retrase la edad de jubilación ante “el riesgo de que la gente viva más de lo esperado”. Y también propone soluciones de mercado para mitigar ese “riesgo”. Es decir, el dinero es el verdadero latido del mundo y no el ser humano.
Sigo pensando que el dinero se hizo para el hombre, y no el hombre para el dinero; pero nadie debe escuchar este clamor que no sólo sale de mi boca.
Y todo concuerda, aunque no lo parezca. Todo es lo mismo. Seres que se aproximen lo más posible al concepto de vasallaje: trabajo, obediencia, esfuerzo, patriotismo.
El miedo sigue siendo el mejor arma de destrucción masiva.