Cómplices

Miércoles, 4 de abril de 2012


Acabo de escribir a dos amigas que me acostaba, que mis ojos, pero sobre todo mi cabeza, no dan para más. Pero he ido al periódico digital antes de cerrar la sesión (corta). Y me he encontrado con la noticia, como quien se encuentra con un golpe que no me ha noqueado, sino que ha espoleado repentinamente mi ánimo.
Un farmacéutico jubilado de 77 años se ha suicidado ante el parlamento griego, en plena hora punta de la mañana, pegándose un tiro en la sien. Según se dice en la noticia, en la nota que tenía en su americana, acusaba directamente al gobierno de haberle empujado a tal determinación, pues las deudas le asfixian y se niega a buscar comida entre la basura.
En Túnez un vendedor callejero, tras ser suprimido su puesto, se quemó a la bonzo y tal hecho desató la revuelta en aquel país que prendió en otras naciones del ámbito musulmán.
¿Será suficiente este trágico suicidio para que los gobernantes europeos se percaten de una vez por todas de que el ser humano debería ser el centro de la política económica y no la política económica el centro del ser humano? 
¿Alguien conoce a algún gobernante en Europa que aún posea algo parecido al alma, y no sea un mero instrumento casi genocida de los grandes poderes financieros?
Y ahora sí, ahora me voy a la cama.
Sé que mis palabras las llevará el viento y serán inútiles, pero tenía que escribirlas.