Urgencias y prisas son enemigas
de decisiones inteligentes.
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La forma más real de escuchar al
mundo, es silenciar su ruido.
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Si Atenas venció a Esparta, ¿por
qué intentan que vivamos en Esparta?
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Al abandonar a los débiles a su
suerte, su suerte se torna nuestro destino.
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Es increíble, en el siglo XXI
todavía hay quien cree que la cantidad de dinero, propiedades o bienes
materiales que se poseen son sinónimo de inteligencia.
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Las estadísticas sólo sirven como brújula rudimentaria, porque la vida está llena de excepciones. Cada vida
es excepcional.
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Escuchar la vida es leer una
novela fascinante. Oírla es leerla en idioma desconocido, incluso molesto.
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El final de una civilización se
acerca cuando desprotege a sus miembros más débiles por inútiles,
y, al mismo tiempo, blinda a los poderosos por imprescindibles:
pronto sólo habrá inútiles.
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La mayoría de humanos vive su vida en permanente estado de excepción.
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Para ser candidato a cargo
público, el primer requisito debería ser acreditar experiencia
contrastada como voluntario en escuelas, asilos, hospitales, cárceles, centros
de salud, mercados de abastos, centros de inmigrantes, protección ambiental
y limpieza viaria. El segundo, haber sido camarero.
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Cuando un partido político se
convierte en fábrica de cargos públicos, no es herramienta al servicio de la
sociedad, sino célula cancerígena.
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Los cargos públicos deberían
olvidarse de acudir a la sede de su partido durante su mandato y visitar, al
menos cada semana, mercados, cafeterías y plazas; pero disfrazados
y en silencio.
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Escuchar es un ejercicio muy difícil,
pero imprescindible. Por eso los verdaderos sabios primero preguntan y tras la respuesta, hablan.