Escribo la fecha en el encabezado
de la entrada, y me doy cuenta de que es fiesta en USA. Sonrió.
¿Cuándo sea doce de un
octubre y algún norteamericano escriba tal fecha en el encabezado de la entrada
de su diario, recordará que es fiesta en España? Me río.
A veces es bueno reírse de
uno mismo, sin crueldad, sin burla, sin sarcasmo. Sólo reírse y comprobar la
importancia que tiene la perspectiva, confirmar que una parte no pequeña de la
felicidad tiene que ver con saber el lugar y el puesto que se ocupa en esta
partida de ajedrez.
Casi nunca los peones
acaban por alcanzar alguno de los escaques que les tornaría reinas. Se trata de
un hecho de contundencia matemática. Ni siquiera las torres bajo cuyos muros se
enrocan los reyes, pueden ser más que torres. A veces quisieran saltar como un
caballo, o tener la agilidad oblicua de los alfiles, e incluso, se sabe de más
de una que quiso ser reina.
Sin embargo, al final de la partida, el rey y el peón acaban compartiendo sueño
en la misma caja. Otra evidencia de proporciones matemáticas.
No trato de proclamar las
bondades de la resignación, sino de evitar frustraciones dolorosas, angustias
innecesarias e inútiles, sarcásticas burlas cruentas. A veces produce tristeza
comprobar que un vencejo quiera cantar como un jilguero, mientras que algún
jilguero quisiera volar como lo hacen los vencejos.
Pasa más de lo que parece.
Mucho más.