Cómplices

Miércoles, 4 de julio de 2012


Escribo la fecha en el encabezado de la entrada, y me doy cuenta de que es fiesta en USA. Sonrió.
¿Cuándo sea doce de un octubre y algún norteamericano escriba tal fecha en el encabezado de la entrada de su diario, recordará que es fiesta en España? Me río.
A veces es bueno reírse de uno mismo, sin crueldad, sin burla, sin sarcasmo. Sólo reírse y comprobar la importancia que tiene la perspectiva, confirmar que una parte no pequeña de la felicidad tiene que ver con saber el lugar y el puesto que se ocupa en esta partida de ajedrez.
Casi nunca los peones acaban por alcanzar alguno de los escaques que les tornaría reinas. Se trata de un hecho de contundencia matemática. Ni siquiera las torres bajo cuyos muros se enrocan los reyes, pueden ser más que torres. A veces quisieran saltar como un caballo, o tener la agilidad oblicua de los alfiles, e incluso, se sabe de más de una que quiso ser reina.
Sin embargo, al final de la partida, el rey y el peón acaban compartiendo sueño en la misma caja. Otra evidencia de proporciones matemáticas.
No trato de proclamar las bondades de la resignación, sino de evitar frustraciones dolorosas, angustias innecesarias e inútiles, sarcásticas burlas cruentas. A veces produce tristeza comprobar que un vencejo quiera cantar como un jilguero, mientras que algún jilguero quisiera volar como lo hacen los vencejos.
Pasa más de lo que parece.
Mucho más.