Cómplices

Jueves, 23 de agosto de 2012


Anoche leía a Valente sobre Giner de los Ríos, y una de sus afirmaciones acerca de Machado —como siempre emocionadas—, me llevó a repasar su Cancionero apócrifo, en concreto la parte referida a Juan de Mairena.
Como es bien sabido, tras unos poemas de este poeta sevillano —como el propio Machado—, sigue un amplio texto que el profesor de Instituto tituló: “El «arte poética» de Juan de Mairena”. El grueso de este ensayo, que es un resumen elaborado por Machado sobre los valores que mejor sirven a la lírica según Mairena, se centra en las críticas en que Mairena basa su cierta aversión hacia la poesía barroca, a través de una descripción de las bases que, según él, sostienen esta poesía, tanto en su vertiente conceptista como culterana. Son comentarios ácidos y acerbos, llenos de una ironía a veces corrosiva. Transcribo el siguiente, y lo dejo aquí como muestra de lo que digo.
4º. Por su culto a lo difícil artificial y su ignorancia de las dificultades reales.- La dificultad no tiene por sí misma valor estético, ni de ninguna otra clase —dice Mairena—. Se aplaude con razón el acto de atacarla y vencerla; pero no es lícito crearla artificialmente para ufanarse de ella. Lo clásico, en verdad, es vencerla, eliminarla; lo barroco, exhibirla. Para el pensamiento barroco, esencialmente plebeyo, lo difícil es siempre preciso: un soneto valdrá más que una copla en asonante, y el acto de engendrar un chico, menos que el de romper un adoquín con los dientes.
Y no pude por menos que carcajearme, porque el gracejo puro de Sevilla, como nacido de la misma orilla del Guadalquivir junto al puente de Triana, pareció llegar hasta la soledad calurosa de mi noche.