Anoche leía a Valente sobre Giner
de los Ríos, y una de sus afirmaciones acerca de Machado —como siempre
emocionadas—, me llevó a repasar su Cancionero
apócrifo, en concreto la parte referida a Juan de Mairena.
Como es bien sabido, tras
unos poemas de este poeta sevillano —como el propio Machado—, sigue un amplio
texto que el profesor de Instituto tituló: “El «arte poética» de Juan de
Mairena”. El grueso de este ensayo, que es un resumen elaborado por Machado sobre
los valores que mejor sirven a la lírica según Mairena, se centra en las críticas
en que Mairena basa su cierta aversión hacia la poesía barroca, a través de una
descripción de las bases que, según él, sostienen esta poesía, tanto en su
vertiente conceptista como culterana. Son comentarios ácidos y acerbos, llenos
de una ironía a veces corrosiva. Transcribo el siguiente, y lo dejo aquí como
muestra de lo que digo.
4º. Por su culto a lo difícil artificial y su ignorancia de las
dificultades reales.-
La dificultad no tiene por sí misma valor estético, ni de ninguna otra clase —dice
Mairena—. Se aplaude con razón el acto de atacarla y vencerla; pero no es lícito
crearla artificialmente para ufanarse de ella. Lo clásico, en verdad, es
vencerla, eliminarla; lo barroco, exhibirla. Para el pensamiento barroco,
esencialmente plebeyo, lo difícil es siempre preciso: un soneto valdrá más que
una copla en asonante, y el acto de engendrar un chico, menos que el de romper
un adoquín con los dientes.
Y no pude por menos que
carcajearme, porque el gracejo puro de Sevilla, como nacido de la misma orilla
del Guadalquivir junto al puente de Triana, pareció llegar hasta la soledad
calurosa de mi noche.