Cómplices

Martes, 11 de septiembre de 2012


Aunque no lo pretenda, aunque mi afán sea el contrario, a veces la sombra de lo inmediato o próximo anega el fulgor de lo que importa. A veces (y hablo, por ejemplo, por la entrada de ayer), la urgencia y la rabia ciegan la luz de las palabras. La que debiera brotar sin más, yendo a lo que importa.
No es que me desdiga de lo escrito. No es que me arrepienta de haberlo hecho.
Reflexiono sobre mi pretensión, y acaso la entrada precedente debiera reducirse a seis párrafos, quizá siete que aún debería aligerar más, mucho más.
Al fin, la inmediatez del presente sólo sirve para cegar la realidad y para evitar que uno ahonde como debiera hacerlo en ella.