Si
nuestras vidas son cauces
de agua que conducen a otro cauce donde desapareceremos, si nuestro respirar
dejará de preocuparnos algún día, si tanto afán que ahora nos agota y nos
ilusiona, o nos agota y nos entristece será objeto del olvido, si nuestros
sueños acabarán con nuestro postrer parpadeo… ¿Por qué, entonces, dilapidar el
tiempo y el anhelo en aquello que nos duele o desconsuela? ¿Por qué no vivir
los instantes que nos son dados buscando amaneceres, en vez de habitar en lo más
oscuro de la noche? ¿Por qué el inútil afán en lo que divide, separa, enfrenta,
hiere y mata, si la vida siempre acaba con un homicidio sin condena?
Ha amanecido
gris, ha amanecido frío, ha amanecido un treinta y uno de diciembre. Sin embargo,
la luz —que nunca es infiel a sí misma ni a su cita— todo lo almidona con su
gesto y sus dedos. A la luz no le importa la mañana grisácea, a la luz le
importa cumplir con su tarea.
Ahora
mismo, casi sobre la esquina derecha de este ventanal, me distrae la visión
de un globo que se camufla entre alguna nubecilla. Un globo de colores vivos y
felices, distribuidos en bandas verticales. Supongo que sobre su cesta viajarán
turistas que han decidido acabar el año contemplando la belleza de esta ciudad
desde una altura inusual.
Quizá
fuera menester ese tipo de mirada sobre nuestra vida, sobre nuestras vidas. Quizá
con tal perspectiva se difuminen las grietas, las goteras, los desconchones,
las cicatrices, las arrugas, las manchas, los baches. Quizá con tal perspectiva
resalte más lo que de bello, bueno, bondadoso, noble y agradable atesoran la
silueta de cuantos caminan a nuestra vera… incluso nuestra propia silueta.
A LOS LECTORES DE ESTE BLOG OS DESEO
UN FELICÍSIMO 2013