Uno sabe cuándo ha
escrito mucho, cuando el peso de las palabras cae y rueda hasta la zona lumbar y
allí las frases se apelotonan como piedras pesadísimas.
A veces se hace
casi insoportable.
Padecer una
lumbalgia por haber escrito mucho, debería ser considerado enfermedad
profesional.
*
Los problemas no varían, pero
cuando se toma una decisión, aunque nada esté resuelto, el camino se ha despejado,
al menos en el interior. Es como la liberación de una pesada carga.
Pensé que me
iba a sentir peor después de no haber sido capaz de escribir este año un cuento
navideño, pero, al final, la conclusión a la que he llegado y la decisión que
he tomado no me han dejado muy mal del todo.
A veces lo más
difícil es encontrar el final de un ciclo. Uno se acostumbra a la rutina,
aunque sea una rutina anual, y acaba repitiéndose.
*
Ayer, al atardecer, me llegó la
noticia de otro premio de poesía para otra de mis amigas poetas que se mueven
por la Red: María Luisa Mora Alameda se ha llevado el Rafael Morales. No está siendo mal año para ella y mucho que
me alegra, porque en ella hay una poeta sincera y auténtica. Alguien, que sobre
todo hace caso a su corazón.
Al final es el único
camino certero. El único que evita que nos perdamos en el laberinto.