(421 aniversario de la muerte de Juan de Yepes —San Juan de la Cruz—)
Sigo un poco
obsesionado con la historia navideña de este año. Debería haberme rendido ya,
pero no lo he hecho. Algo dentro empieza a martillearme la cabeza en cuanto que
tengo un minuto sin ocupación. Incluso cuando la tengo, percibo al fondo de mi
cerebro palabras, ideas, preguntas. Mientras paseo, mientras leo, cuando me
fumo un cigarrillo, mientras me despachan en la tienda, al contemplar los arcos
navideños que se columpian en el viento de este día desapacible… Incluso cuando
estoy a punto de dormirme me asalta una idea como una liebre traviesa.
Sin embargo,
todas las desecho. Ya tengo cuatro documentos con cuatro posibilidades, pero
todas cojean, todas adolecen de graves carencias…
Supongo —porque
me conozco lo digo— que hasta que no pase el día de Reyes, suponiendo que antes
no se haya producido el milagro, no cejaré en el empeño, aunque se trate de un
cuento navideño retrasado…
*
Con tanto ajetreo interior, no
he podido disfrutar como se merecen los libros que me MJ me envió desde Málaga.
Conozco “Cuaderno
del Delirio” de Elvira Daudet. Lo disfruté, releí varias veces en la edición
digital que hizo Alacena Roja a
cargo de Luisa Navarrete, y hasta me atreví a reseñarlo en Alenarte Revista. Pasado al papel por EdicionesEvohé parece diferente. El
contenido es el mismo, mas algo sucede en el proceso que va desde lo digital al
papel que lo modifica. El soporte es más decisivo de lo que parece, y eso que
uno debería ya estar más que acostumbrado a este formato electrónico. Acaso se
trate de algo que únicamente nos sucederá a nuestras generaciones, pues las que
nos continúen nacerán acostumbradas a leer sobre un pantalla.
Cuando ojeé “El
corazón del lobo”, de Rafael Soler, también editado ahora por EdicionesEvohé, me llevé una sorpresa,
pues por alguna razón no esperaba una novela de estas características, un
relato tan audaz en su planteamiento formal.
(Una anécdota
al hilo de estos dos libros: en muy pocas semanas es el tercer libro que me
llega de esta editorial, pues unos días antes me había llegado la novela “Resquicios”
de Mariano Zurdo)
Los libros
llegados desde Málaga guardaban una sorpresa, como una gollería para el espíritu.
Junto con el poemario de Elvira Daudet y la novela de Rafael Soler, venía una
antología de la obra poética de José Moreno Villa titulada, simplemente, “Poemas”
editada por la Junta de Andalucía con motivo del Día Internacional del Libro y
debida a Rafael de Cózar Siervet. José Moreno Villa, desde hace algunos meses —o
quizá un año— se asoma de vez en cuando a mis lecturas. Descubrí a este
escritor un tanto desconocido (que es lo que suele ocurrir con muchos de los
escritores de su generación, ocultos por la fulguración de algunos de los
escritores de las generaciones previa y posterior —98 y 27 en su caso— y otros
coetáneos) como personaje de la novela de Antonio Muñoz Molina “La noche de los
tiempos”. A partir de ese momento, su presencia en artículos, u otros libros —incluso
no contemporáneos— es relativamente frecuente. Y ahora, gracias a mi amiga,
podré acercarme algo más a la obra de este hombre cuya presencia en la Residencia
de Estudiantes es clave y mucho más decisiva de lo que pudiera parecer.
¿Y con tanto
por leer, qué pinto yo pretendiendo escribir una sola línea más y más en un día
como el de hoy en que se celebra este aniversario? ¿No sería mejor hacer un
buen mutis por el foro…?
A veces me lo
planteo más en serio de lo que parece, pero otras veces soy consciente de que
se trata de una boutade… ¿Cómo puede dejar uno de respirar y pretender seguir
viviendo?